jueves, 14 de enero de 2016

De jugar a la pelota con Kropotkin como espectador y de quienes dicen que Villar esta legitimado por tener más votos




Gallinita, gallinita ¿Qué se te ha perdido en el pajar?
Una aguja y un dedal
Da tres vueltas y la encontrarás











De chaval, cada vez que jugábamos un partido a la pelota (decir futbol era engañarnos todos), aplicábamos una serie de reglas no escritas. Estas consistían en una serie de códigos por todos aceptados. En algunos casos se aplicaban sin mucha dificultad como “echar a pies” los auto-proclamados, pero con la anuencia de todos como capitanes, para elegir primero y luego en riguroso orden, a los componentes de los respectivos equipos. El que ponía la pelota era la persona a que se le solicitaba participar en el juego ya comenzado, asignándole equipo. Penalti y gol era gol. El que tira fuera va por ella. El que rompe paga,…,

 

En otras ocasiones las reglas aplicadas podían ser brevemente contradecidas, como por ejemplo: A falta de postes, suplidas por carteras o prendas, si el tiro había sido alto o gol. Si había sido penalti o falta ante la inexistente rotulación del campo. Si el chut se podía declarar nulo por haber tirado fuerte. Mano o pecho,…,

 

No he conocido mejor sistema de auto organización, aplicación de normas consuetudinarias, y aceptación de su resultado que este. A Piotr Alekséyevich Kropotkin se le caerían lágrimas como puños.

 

Pero había una negociación que, por inverosímil que fuera, se podía plantear al margen de cómo fuese el resultado: El que meta el último gol gana. Jamás aceptado el reto, nadie de los perdedores del mismo, cuestionaba la victoria pese haber ido ganado el partido por un amplio resultado.

 

Esta regla algún avispado, pero mal jugador de mus, ha intentado aplicarla tras haber perdido una partida en este juego, bajo el nombre del “perdiolo”: perdiendo todo, al final gano. La diferencia estriba, en este caso, en un intento desesperado de evitar medir la barra.

 

Con los resultados en la mano de las últimas elecciones, parece que las reglas para todos aplicables (estas perfectamente definidas) algunos quieren aplicar su particular “perdiolo”.

 

¿Qué el resultado electoral ha supuesto un hecho político hasta ahora no producido? De acuerdo. ¿Qué la actual composición de las cámaras ha supuesto una amplia renovación de los actores políticos? En más que evidente. ¿Qué las expectativas y proyecciones de votos a algunos les ha dejado absolutamente insatisfechos? Pues que se lo hagan ver. ¿Qué todos los participantes auguraban y querían un nuevo tiempo? Pues helo aquí.

 

Si nadie puede atribuirse la victoria en términos absolutos es consecuencia de que el electorado así lo ha querido, pese que a algunos les escueza.

 

Así las cosas, no solo se pretende demonizar a quienes desde su resultado electoral pretendan configurar mayorías de progreso o conservadoras, sino que se pretende deslegitimar tal proceso desde “supuestas” líneas rojas que solo en sus pensamientos pudieran existir. Ni en sus programas se contemplaban, ni en sus campañas se explicitaron y, viendo sus resultados, tampoco son avaladas por los electores: El referéndum es un “entretenimiento cortesano”.

Personalmente pienso que, y hasta ahora la opción política a la que apoyé también, no puedo hablar de victoria electoral, si quiera de buen resultado, pero no es de recibo que se pretenda impedir aplicar el símil más arriba expuesto: Quien meta el gol gana, y eso solo es posible reconociendo que pese no haber realizado más goles que el rival pueda poner fin a la contienda con la mayor implicación de fuerzas políticas y admitir el resultado: EL ACUERDO.

Como se dice en el mundo leguleyo, más vale un mal acuerdo que un buen pleito, y siendo apetecible desde nuestra “idiosincrasia hispánica” el litigar desde el Si o el No respecto el modelo territorial, es más sensato el abordar un mayor paquete de necesidades legislativas para la sociedad española que aqueja una serie de graves problemas a la que algunos (autoproclamados sus legítimos representantes), hacen oídos sordos.

Me irritaría profundamente que no se intentase, no desde la ñoña expresión “es más lo que nos une que lo que nos separa” mentira donde la haya, sino desde la implicación de las llamadas fuerzas de progreso a buscar soluciones a los graves problemas que tiene el país que, en el caso de la clase trabajadora y los más desfavorecidos de la sociedad se ceba con ellos hasta someterlos a la más autentica de las miserias.
Unos prefieren jugar a la pelota, otros al futbol, yo me quedo con los primeros, los segundos solo buscan titulares en sus periódicos de referencia.

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