viernes, 27 de noviembre de 2015

Lo peor que te puede pasar es volver a casa en pelotas (Justi dixit)





En un mundo global, donde la economía es el mayor exponente de dicha globalización, nos encontramos ante la paradoja de que los ciudadanos se desinteresan de la política, la famosa “desafección”, y a la vez los ciudadanos manifiestan querer controlar mejor la acción pública y participar más en la misma.


Esta contradicción se manifiesta abiertamente con la irrupción de grupos o formaciones populistas, sino de pura extrema-derecha, en el ámbito europeo.


Los partidos tradicionales se han visto abocados, sin desprenderse de sus caracteres tradicionales, a intentar mimetizarse en este nuevo escenario, pero con resultados en casi todos los casos calamitosos. En la izquierda es aun más grave la descomposición y desestructuración.


La derecha, desde la etapa Aznar, intentó sustraerse al declive del modelo de representación pactado en la transición, transformándose en una formación más “anglo”, es decir, pese a mantener canales tradicionales de mantenimiento de afiliados, simpatizantes y votantes (Sedes, carteles, mítines,…) configuro áreas de formación y de elaboración programática ajenos a la propia organización, los llamados “Think Tanks” (entre otras la omnipresente FAES).


Con la aparición de Ciudadanos tampoco les rindo ganancias, pese a los intentos realizados.


La socialdemocracia no ha sabido adaptarse a la nueva realidad, o la misma es fallida, ya que en muchos casos desde la reflexión realizada no se actuaba en la misma dirección. Así la última etapa de Zapatero concluyó con la mayor “desafección” de militantes y votantes que jamás había sufrido su centenario partido. Hoy en día siguen pensando más que les pasó que Qué hacer. El culmen de dicha desorientación, sino traición a sus ideales y programas fue la reforma exprés de la Constitución con el Partido Popular por la puerta de atrás del Parlamento.


La izquierda parlamentaria, Izquierda Unida en sus diferentes expresiones territoriales, no le ha ido a la zaga en la falta de análisis acertado de la situación y en las respuestas ofrecidas a la ciudadanía. Es más, en este caso no solo ha errado sino que como se dice vulgarmente “se ha dejado comer la merienda”. No hace más de dos años las expectativas electorales hacían de esta formación política no solo depositaria de un aumento importante de votos, y por ende de representación institucional, colocaban a IU simplemente como sujeto político central de los cambios a abordar en España.


La aparición de Podemos, si bien en principio pudo valorarse como sorpresiva (otro error de análisis) pronto se tornó en el principal elemento fagocitador de la Izquierda, con la más que inestimable ayuda de importantes medios de comunicación.


En una especie de “remake” de ¿Quién puede matar a un niño? Estos dinámicos e impolutos inocentes persiguen con saña todo aquello que tenga relación con esa generación de “setenta y ochistas”. Hasta el propio PCE en esta a vorágine, a modo de los Procesos de Moscú, sin despeinarse y de un plumazo renuncia a su papel político histórico.


Total falta de de reflejos de la Izquierda. Con suma facilidad han ido ocupando los espacios tradicionales de la misma, la calle, los ciudadanos cabreados, los movimientos sociales,.., incluso espacios hace poco tiempo tenidos por inexpugnables: Los sindicatos de clase.


A tal espíritu rupturista y avasallador solo le faltaba una cosa. Un cuerpo, y decidió con el beneplácito de la dirección federal de Izquierda Unida y espacios muy limitados de militantes, sino asaltar los cielos por lo menos sí el Olimpo (calle de la sede de Izquierda Unida), y le ha salido bien dicho sea de paso.


Este asalto, que no ocupación, es 3. m. Baile o diversión que organizan varios amigos en una casa particular conocida, sin avisar previamente al dueño.


Y como tal el baile concluyó, como se esperaba: sin comida ni bebida, destrozos varios,.., es decir la juerga a costa del otro.


Hoy ya todo es Historia, el Mesías ha ganado al Ungido.