“Por ejemplo, cuando el PSOE, en su último congreso
decidió definirse como partido marxista, no se trataba únicamente de reconocer
al método marxista como un instrumento teórico idóneo para investigar la
realidad social y elaborar la política, del partido.
Era también una manera de
proclamar que el PSOE, fiel a lo mejor de su pasado histórico, entendía no
seguir una vía socialdemócrata, de integración creciente en el sistema
capitalista, sino una vía de lucha efectiva por el socialismo.
Es evidente que si ahora el PSOE
renunciara a esa definición podría seguir utilizando el método marxista para
analizar la realidad española y mundial, pero su acto sería interpretado
políticamente, como signo de un cambio de estrategia. O de
querer cambiarla.
Claro que puede argumentarse esa
renuncia con razones tácticas: tranquilizar a los llamados poderes fácticos
—ejército, banca, empresarios, iglesia, etc.— ganar su confianza para que den
luz verde a la alternativa PSOE.
Pero creo que esos "poderes" están probando ser
suficientemente inteligentes como para conformarse con simples gestos
simbólicos. Exigirán que detrás del gesto haya garantías concretas, no sólo
para lo inmediato sino para el futuro.
Evidentemente, la principal
garantía para ellos sería un cambio, una transformación, de la naturaleza misma
del partido socialista; de que en él llegasen a tener la hegemonía tendencias
políticas e ideológicas para las cuales el objetivo estratégico del partido no
sea la transición al socialismo sino la mejora del sistema capitalista.
La lucha por el socialismo exige,
naturalmente, compromisos, prudencias, alianzas, no sólo en España sino
en toda Europa. Más, si cabe, en España, dadas las complejidades y peligros
del actual proceso político.
Ahora bien, no me parece que la
mejor manera de resolver esas exigencias tácticas sea la renuncia a la
definición del PSOE como marxista.
Se podría objetar que estoy ingiriendo en los asuntos
internos del PSOE al que no pertenezco. Pero lo que suceda con el PSOE nos
interesa a todos, es vital para toda la izquierda española, y yo diría que
europea. La lucha por el socialismo en Europa Occidental en esta reducida
franja atlántica del continente euroasiático cogida entre las dos
superpotencias es sumamente difícil y compleja. Exige voluntad real de lucha,
pero también un gran esfuerzo teórico para encontrar nuevos caminos.
Por eso al filo del 160 aniversario
de Marx debemos afirmar que el marxismo nos es más necesario que nunca.
Naturalmente un marxismo crítico —en primer lugar para sí mismo—, abierto a
todas las corrientes e investigaciones de las ciencias sociales, a todas las
experiencias de la práctica social y política de las múltiples formas que toma
la lucha de clases.
De ese marxismo no podemos
prescindir.”
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