¡Cómo no, amigo Sancho, si
con la iglesia nos hemos topado y de pagar no hay manera de escapar!
El muy tecnócrata Gobierno Italiano presidido por el
Señor Monti, en un golpe de eficiente recaudador de lo que sea, ha decidido que la Iglesia pague el Impuesto
de Bienes Inmuebles (IBI).
No es que sea para tirar cohetes,
es moderada y sólo obliga al Vaticano a pagar el impuesto de aquellos edificios
que no se dediquen al culto religioso.
Así colegios, universidades,
asociaciones, instalaciones religiosas convertidos en alberges, hoteles o pisos
alquilados ahora deberán abonar como
todo pichi el impuesto correspondiente.
La tarea no será fácil, ya
que al parecer el patrimonio existente se le conoce como el “patrimonio fantasma”, porque, con
perdón, ni Dios lo conoce. En dos mil millones de euros se estima la primera
recaudación.
En este bendito país llamado
España, el Estado financia con más de 7.000 millones de euros las actividades
educativas, sociales, sanitarias y de culto de la Iglesia católica.
Sólo en centros escolares,
se ceden más de 3.500 millones, más otros 600 destinados a pagar a los
profesores de Religión u otros docentes en centros concertados. Hay estudios
que hablan de 10 mil millones.
A ello hay que añadirle los
casi 250 millones que la Conferencia Episcopal obtuvo de la última declaración
de la Renta, los que van a parar a las ONG católicas a través de la otra
casilla del IRPF, y las exenciones que, pese a lo que dice la ley, aún mantiene
la institución.
Y a pesar de estas cifras,
de nuevo con perdón, harían temblar el Misterio, dicen que no son unos privilegiados. Un colegio privado laico paga
IRPF sobre beneficios y la parte salarial de sus empleados, IVA sobre sus
compras e IBI en caso de propiedad. Uno de la Iglesia, no.
En fin, a la espera de
seguir la senda emprendida por Italia, el
29-F nos vemos en la calle. Amén.
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