miércoles, 16 de diciembre de 2015

De como comerse la merienda del vecino, que luego te voten y luego, bueno, pues eso, tal...


"Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi"



Podemos es el fenómeno político que todo el mundo dice conocer pero del que realmente nadie sabe nada, a excepción de los elegidos. Incluso todos aquellos que de forma activa participan en su desarrollo como formación política (tanto directa a través de sus conocidos círculos como indirecta mediante los que despliegan una intensa correa de transmisión a través de las redes sociales).

La excepción esta en ese reducido grupo que a modo de Areópago determina todas y cada una de las acciones del colectivo (Iglesias, Errejón, Bescansa, Mayoral, …). Saben y callan.

En una página web que sigo y recomiendo (politikon.es) leí un interesante artículo al respecto, Podemos: el acuerdo ambiguo de Jorge Galindohttp://politikon.es/2014/11/11/podemos-demandas-equivalentes-preferencias-ambiguas/, de donde destaco el siguiente párrafo:

“El mayor logro estratégico de Iglesias y compañía había sido articular una agrupación de preferencias que antes no existía en la (parte de la) sociedad española (que, al parecer, ha decidido darles su apoyo). Fue entonces cuando el sociólogo Franklin Ramírez puntualizó de manera, a mi entender, bastante aguda: agrupación de preferencias, no. Equivalencia de demandas. Eso es lo que ha intentado (y está consiguiendo) Podemos.”

Coincido plenamente con la definición dada: el proyecto de Podemos para España no tiene sino una respuesta vaga pero, al mismo tiempo, tremendamente definida: otra cosa. Esa cosa será lo que defina ‘la gente’.

La irrupción de Podemos al principio de la legislatura municipal anterior, en la constitución de las instituciones, con su soflama “no nos representan” recoloco a renglón seguido sin distingos de izquierdas o derechas a todos los demás en ese apelativo peyorativo de “casta”.

Sus mensajes por lacónicos e imprecisos no han dejado de embelesar a sus posibles votantes donde se puede reivindicar lo que se pide sin necesidad de explicar qué alternativa proponen, con el desparpajo y descaro de no otorgar legitimidad alguna los espacios políticos que bajo mismas premisas si ofrecen modelos alternativos. Sirva como ejemplo la nada desdeñable formula matemática que han empleado tras los comicios municipales y autonómicos para "cuadrar" sus promesas electorales respecto los salarios de los representantes institucionales.
"Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie"

Así desde la tribuna del pueblo enfatizan que quieren una educación, sanidad, servicios sociales PUBLICOS, pero sin aportar dato alguno que garantice su aplicación 100%, en desmerito de formaciones de izquierda (pongamos como ejemplo Izquierda Unida) que desde tiempo inmemorial no solo lo proclama, sino que lo explicita en sus programas electorales o acciones de gobierno u oposición.

República, puertas giratorias, hay que acabar con el paro, un largo etcétera de eslóganes sin materialización alguna en una propuesta y menos aun con una memoria económica que la sustente.

Todo es una suerte de generalidades que navega a toda velocidad desde dos premisas fofas como son cambiar todo de forma radical y el ninguneo del contrincante político como sustento del antiguo régimen al que hacen alusión día si y día también, pero sin desdeñar a sus votantes.

Son pura especie omnívora.

Concluye el artículo aludido con la siguiente recomendación a sus votantes cara a las elecciones del próximo domingo:

“Lo de después es una posibilidad no escrita. Como tal, debería producir a sus votantes potenciales al menos tanta esperanza como temor emanado del vértigo.”

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