Tu que prefieres ¿la ignorancia o la despreocupación?
Ni lo sé ni me importa.
CON USTEDES EL SENADO
De las instituciones de
representación que generan más indiferencia a los ciudadanos, sino indignación,
es de largo la Cámara Alta o Senado. Nutrido colectivo de representantes
populares bien remunerados y atendidos pero con un escaso rendimiento político
y social.
Esta campaña, perdón
no-campaña, que los candidatos a dicha institución es con mucho la más
clandestina de las que hasta la fecha se han realizado.
Tal vez sea, por que las
mismas formaciones políticas que se presentan al Senado de alguna u otra forma cuestionan
no ya su funcionamiento sino su propia existencia.
De los resultados de las
últimas elecciones de 2011 al Senado, destaca el constante aumento en el porcentaje de voto nulo
y blanco depositado: 8,75.
En comparación con ya
alarmante porcentaje de abstención, hace que el senador con mayor número de
votos apenas supero el 50 % del colegio electoral, siendo el último de los
asientos disponibles (3 PP - 1 PSOE) ocupado por un paupérrimo 24 % del mismo
colegio de electores.
Si
los comparamos en mismos parámetros con los resultados de la Cámara Baja o
Congreso observamos un significativo castigo a la institución cuestionada: 2,10.
Más
allá de la sempiterna discusión de su función como cámara de debate
territorial, estando como está sometido a discusión dicho propio modelo, junto
a la sensación popular de que el Senado es un Club de Privilegiados ¿Para
qué el Senado?, ¿Porqué votar?
A medida que han pasado los años se ha demostrado su inutilidad y que no
tiene otra función que alojar a una serie de privilegiados que no ponen ningún
control sobre el Congreso o las autonomías.
Si desde el senado no se pueden corregir los errores del Congreso ni
ejercer de Cámara territorial por el enorme poder legislativo autonómico, ¿Para
qué elegir a sus miembros de una institución ya vacía de contenido?
Recordareis la extravagancia de la instalación
de la traducción simultánea a sus señorías, hecho que deja las claras
el poco esfuerzo de los senadores por conocer sus propias lenguas y por ello el
poco nivel de conocimiento de lenguas comunitarias que demuestran una vez que
pasan Los Pirineos (no me preocupo de lo mío para preocuparme los demás).
Es tal
la preocupación existente, que hasta el ciudadano conocido como “el Pequeño
Nicolás” en un alarde de españolismo, coqueteó con la posibilidad de presentarse
bajo la siguiente firme promesa: “Quiero ser el caballo de Troya, para
suprimirlo desde dentro”. Admitía su preocupación
por que se utilizaran "medios del Estado" en contra de su incipiente
candidatura. "No es perfecta, pero es necesaria", decía sobre su
lista unipersonal. "Sólo espero
que los partidos me tengan miedo, que tengan miedo a perder el
chollo. Voy a ser su fiscal, el asuntos internos de los senadores".
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