jueves, 20 de noviembre de 2008

vuelven las sombras

Referirme al Juez Garzón me causa siempre una sensación ambigua. Cuando salto a la palestra, nuevamente, con su Auto, declarándose competente para la dar viabilidad a cuantas demandas existieran en todo el territorio nacional, para poder buscar, desenterrar y dar un fin digno a los restos de los hombres y mujeres que por un ideal, una defensa de la legalidad o por el capricho de un verdugo se encontraban desaparecidos, consecuencia de la Guerra Civil y su posterior Estado ilegítimo, no pude más que felicitarme. También manifesté las dudas de la solvencia jurídica de dicha resolución judicial. Ahora en una nueva pirueta judicial y mediante mismo instrumento jurídico se desdice, y traslada la solución de entonces en problema ahora. Cuanto lo siento, cuanto abusan de la más que generosa posición del pueblo español tras la salida de las cavernas, que vergüenza de las personas y sus instrumentos mediáticos que festejan abiertamente tal cambio de parecer. Una vez leído el Auto del abandono volveré sobre el asunto. Entre tanto Gregorio Dionis Noche de perros. No dijeron ni pío. Vinieron sobre rieles. Sus cejas eran cargos contra la luz de nuestros ojos. Y se subió a los áticos el miedo. Todo cuanto tocaban caía malherido. Hallar, no hallaron nada. Digo, no; si encontraron el cuerpo del delito: la ventana abierta de las ideas con su porción de lumbre, sal y agua. Era bastante y se acabó el carbón. El hacha de la paz aún sigue en alto y sin nacer el trigo. [Del libro "Hora Punta del Hombre, Tenerife, 1970]

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