lunes, 13 de junio de 2016

De como convertirse en el Nuevo Hombre, sin depeinarse ni perder la compostura, y a la vez el de Gori acaba en las Chafarinas


«Porque ni yo ni otro alguno semejante a mí puede competir con la sabiduría del bienaventurado y glorioso Pablo, quien, morando entre vosotros, a presencia de los hombres de entonces, enseñó puntual y firmemente la palabra de la verdad; y ausente luego, os escribió cartas, con cuya lectura, si sabéis ahondar en ellas, podréis edificaros en orden a la fe que os ha sido dada […]».[]
Policarpo de Esmirna, Epístola a los filipenses III


Se nos rompió el amor
de tanto usarlo.
De tanto loco abrazo
sin medida.

 

Como continúa la canción inmortalizada por Chipionera: “Y una mañana gris al abrazarnos, sentimos un crujido frío y seco, cerramos nuestros ojos y pensamos: Se nos rompió el amor de tanto usarlo”. Así transcurre la Campaña Electoral, de momento histórico en momento histórico, sin pausa, sin posibilidad de saborearlos uno a uno.

Me levanto comunista me acuesto socialdemócrata. Desayuno frente la Bahía de Rota al grito de OTAN No, Bases Fuera, ceno en la Embajada de la Plaza de la República Argentina invitado por un General candidato por la circunscripción de Almería. Voy a Madrid escuchando en el “casete” el Himno de Riego, y a la vuelta sintonizo una emisora que emite La Marcha de Granaderos, recibo por la noche a los mineros en Moncloa y al llegar a casa quemo todos mis lápices por su indigna procedencia asturiana, leonesa, turolense…,

Me encuentro exultante. Paso de mi condición siempre sospechosa de mezcolanza de civilizaciones fenicia, romana, goda, árabe y judía, a la siempre pura e inalterable y superior nórdica. Lo celebro quemando de cuantos Programas, Programas y Programas he participado adquiriendo un precioso Catálogo. Tuve tiempo de cambiar viaje, estancia y entrada en Milán (y visita Turín para adquirir facsímil de Avanti) por una audiencia privada en El Vaticano adquiriendo una Bendición Apostólica en pergamino que luce en el salón de mi casa junto a mis obras preferidas Karl Kaustky, Friedrich Ebert, el otro Carlos y el otro Federico están en mi cocina para envolver mis bocadillos de sardinas.

Pido por internet ayuda para eliminar un ridículo tatuaje de mis años mozos “Es tiempo de Izquierda”. La escabechina que me hago en mi puño izquierdo no es comparable con la alegría que me produce observar la enorme sonrisa que lucen de cuantos paisanos que me cruzo a la salida de Urgencias, pese que tuve que compartir espera con un sujeto mal encarado y llorón. Luego me enteré que encima era Poeta.

¡Mirad, yo os enseño el superhombre! El superhombre es el sentido de la tierra. Diga vuestra voluntad: ¡sea el superhombre el sentido de la tierra! ¡Yo os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la tierra y no creáis a quienes os hablan de esperanzas sobreterrenales! Son envenenadores, lo sepan o no. Son despreciadores de la vida, son moribundos y están, ellos también, envenenados, la tierra está cansada de ellos: ¡ojalá desaparezcan![, mientras Josef K. es arrestado una mañana por una razón que desconoce.

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