«Porque ni yo ni otro alguno
semejante a mí puede competir con la sabiduría del bienaventurado y glorioso Pablo,
quien, morando
entre vosotros, a presencia de los hombres de entonces, enseñó puntual y
firmemente la palabra de la verdad; y ausente luego, os escribió cartas, con
cuya lectura, si sabéis ahondar en ellas, podréis edificaros en orden a la fe
que os ha sido dada […]».
Policarpo de Esmirna, Epístola
a los filipenses III
Se nos rompió el amor
de tanto usarlo.
De tanto loco abrazo
sin medida.
de tanto usarlo.
De tanto loco abrazo
sin medida.
Como continúa la canción
inmortalizada por Chipionera: “Y una mañana gris al abrazarnos, sentimos un
crujido frío y seco, cerramos nuestros ojos y pensamos: Se nos rompió el amor de
tanto usarlo”. Así transcurre la Campaña Electoral, de momento histórico en momento
histórico, sin pausa, sin posibilidad de saborearlos uno a uno.
Me levanto comunista me
acuesto socialdemócrata. Desayuno frente la Bahía de Rota al grito de OTAN No,
Bases Fuera, ceno en la Embajada de la Plaza de la República Argentina invitado
por un General candidato por la circunscripción de Almería. Voy a Madrid
escuchando en el “casete” el Himno de Riego, y a la vuelta sintonizo una
emisora que emite La Marcha de Granaderos, recibo por la noche a los mineros en
Moncloa y al llegar a casa quemo todos mis lápices por su indigna procedencia
asturiana, leonesa, turolense…,
Me encuentro exultante. Paso
de mi condición siempre sospechosa de mezcolanza de civilizaciones fenicia,
romana, goda, árabe y judía, a la siempre pura e inalterable y superior
nórdica. Lo celebro quemando de cuantos Programas, Programas y Programas he
participado adquiriendo un precioso Catálogo. Tuve tiempo de cambiar viaje,
estancia y entrada en Milán (y visita Turín para adquirir facsímil de Avanti) por
una audiencia privada en El Vaticano adquiriendo una Bendición Apostólica en
pergamino que luce en el salón de mi casa junto a mis obras preferidas Karl Kaustky, Friedrich Ebert, el otro Carlos y el otro Federico están en mi
cocina para envolver mis bocadillos de sardinas.
Pido por internet ayuda para
eliminar un ridículo tatuaje de mis años mozos “Es tiempo de Izquierda”. La escabechina que me hago en mi puño
izquierdo no es comparable con la alegría que me produce observar la enorme sonrisa
que lucen de cuantos paisanos que me cruzo a la salida de Urgencias, pese que
tuve que compartir espera con un sujeto mal encarado y llorón. Luego me enteré
que encima era Poeta.
¡Mirad,
yo os enseño el superhombre! El superhombre es el
sentido de la tierra. Diga vuestra voluntad: ¡sea el superhombre el
sentido de la tierra! ¡Yo os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la
tierra y no creáis a quienes os hablan de esperanzas sobreterrenales! Son
envenenadores, lo sepan o no. Son despreciadores de la vida, son moribundos y
están, ellos también, envenenados, la tierra está cansada de ellos: ¡ojalá
desaparezcan!, mientras Josef K. es arrestado una mañana por una razón que desconoce.
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