Parece que, sin haber si quiera, empezar a expiar sus culpas el capitalismo económico y financiero, directo responsable de la actual crisis mundial, otra de las múltiples caras del mismo aflora en toda su "negritud" en nuestro querido suelo patrio: El capitalismo de la miseria.
Si poco teníamos con el vómito racista y xenófobo de la supuesta regulación del empadronamiento para "salvaguardar los derechos" de los inmigrantes en situación de ilegalidad en España, a renglón seguido generan otro, falso debate, a costa del dolor ajeno: la cadena perpetua.
Poco parece importarles las consideraciones de acreditados juristas al respecto de la inconstitucionalidad de dicho planteamiento.
Tampoco pesa mucho en la verborrea de ciertos políticos, el hoy mal tratado, espíritu de la transición o el famoso consenso constitucional.
“Por un puñado de votos” podría llamarse dicho proceder.
Los llamados casos Mari Luz, Marta del Castillo, Sandra Palo, y así un sin fin de dramáticos y repugnantes casos, sacudieron las conciencias de cualquier bien nacido, pero el dolor ajeno no puede utilizarse de forma partidista e irresponsable, ni legitima cualesquiera propuesta que se base en rentabilidad política.
¿Cuántas iniciativas presentó el Partido Popular en el debate de la Ley de Extranjería respecto al empadronamiento en los ayuntamientos? Cero.
¿Cuántas iniciativas ha presentado el Partido popular en el Congreso de los Diputados a fin de modificar el Código Penal para tipificar la pena de la cadena perpetua? Cero.
¿Cuántos escrúpulos esta dispuesto a tener el Partido Popular si ve la posibilidad de arañar un voto? Cero.
Como sentencia el filósofo Bart Simpson, a propósito de los ceros, que se multipliquen por el mismo.
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