Hoy el diario El País
publica un artículo de José Ignacio Torreblanca Payá, flamante Jefe de la Sección
de Opinión del mencionado diario, titulado “Derechización”.
Profeso cariño por el autor
por cuestiones personales, cimentado en un ya lejano recuerdo, pero sin duda
sigo manteniendo mi más absoluto respeto intelectual a sus opiniones, lo cual
no significa que estas gocen de plena exención de posible crítica incluso por
este, en la mayoría de las ocasiones, puro criticastro.
La primera, en cuanto la
forma, por el error en el planteamiento de hacer un paralelismo entre El País y
PSOE, como si ambos sujetos caminasen en unívoca “unidad de destino universal” en
cuanto hacerse acreedores del término derechización.
Nunca me gusto la
etiquetación, incluso en los años de mayor percepción (Felipismo) de ese posible
binomio. Siquiera, por la teoría de vasos comunicantes, tal efecto se produjo
con un sujeto mucho más a fin como era la UGT.
La segunda, en cuanto el
fondo, por la falta de argumentaciones o análisis de las posibles causas sociológicas
que pudieran ser el origen de dicha percepción por parte del vulgo.
En cuanto las que pudieran
ser causa, de la innegable opinión al respecto de la derechización del PSOE, si
voy hacer breve glosa.
Si atendemos a los
documentos que Congreso tras Congreso el PSOE viene aprobando, no creo que tal
efecto pueda ser constatado. Si atendemos a sus ofertas electorales tampoco
creo que sea suficiente argumentación para vislumbrara tal proceso
derechizante. Ahora, si atendemos a su praxis y actuación institucional creo
que SI hay sobradas pruebas de tal imputación. Algunas por propio deseo y otras por deseos ajenos.
Hace breves fechas, un amigo
y en sus fechas correligionario en las JJ.SS, me soltó a bocajarro que el PSOE
como tal dejó de existir en 1.995. Entiéndase su alma, gestada en 1879, y solo
sobrevivió un cuerpo a exclusivo a fines electorales.
A mi juicio, más allá de las
consideraciones antes aludidas, creo que su mayor error fue entrar en el cuerpo
a cuerpo con el Partido Popular en la deriva de la desideologización de la política que el PP propuso, tal es así que vista la sangría que
por la derecha le producía tal combate, ahora por la izquierda también le
llevan a tal pantanoso escenario político, quedando zaherido y vapuleado
electoralmente.
Recordemos, al Rajoy de la oposición y su calculada estrategia conocida
como de la crispación. Crear un clima político de enfrentamiento permanente que
desmotivara a parte del electorado socialista y lo condujera a la abstención. Felicidades
Mariano, entraron a saco. Terrorismo o modelo de Estado fueron caballos de
batalla donde la percepción ideológica es cero, y, allí donde esta es más
nítida pensiones, mercado laboral, sanidad, educación, servicios sociales, la
crisis hizo el resto.
Ahora hablemos de Iglesias, arriba
y abajo, lo viejo y lo nuevo, casta y gente. Es decir con un rictus menos
serio, es más con alegría, pero misma estrategia: desideologizar el discurso
político para maximizar la capacidad de competición electoral.
Si el Partido Popular atacó
a la supuesta ideologización de los ciudadanos situada en el centro izquierda,
Podemos da un paso más y cambia los ejes de del sistema, a tal extremo, que
como un Gargantua o agujero negro deglute a sus satélites, léase Izquierda
Unida, llámense mareas, llámense todo lo que se menea.
Su
objetivo es cambiar la manera en la que los votantes perciben el conflicto de
intereses que subyace en toda sociedad (conflicto de clase) por el de los
indignados, sean estos de izquierdas o derechas, contra la casta.
Así el PSOE no es que se
haya derechizado, es que simplemente es irrelevante en la actualidad, y sus
dirigentes andan más preocupados de lo que pudiera acontecer en Ferraz que lo
que pudiera devenir para los españoles en La Moncloa.
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