lunes, 28 de julio de 2008
Estado de Bienestar (solamente de Lunes a Viernes) o Jodase y no Baile
Supuesto de hecho:
Un ciudadano acude a un Servicio de Urgencias Hospitalario en fin de semana con los siguientes síntomas: fiebre, dolor de garganta, y cefalea. Atentamente somos atendido por facultativo que diagnostica un cuadro vírico y en mismo Informe Médico para acudir en día hábil a médico de cabecera prescribe: beber abundantes líquidos y que comenzar tratamiento con antibióticos desde esa misma tarde.
Al ser domingo, buscamos Farmacia de Guardia y acudimos a la misma con el único objeto de seguir la prescripción médica antes aludida (por supuesto ya hemos empezado a la ingesta de líquidos). La farmacia de guardia al ofrecernos el medicamento en cuestión nos advierte: Sepa Usted que el precio del medicamento es el que consta perfectamente identificado en el mismo no pudiendo ser susceptible de las bonificaciones que uno tiene derecho como afiliado a la seguridad social y por tanto beneficiario de las prestaciones sanitarias que la Ley recoge por no acompañar receta del médico habilitado, y que tramitara a través de mi Centro de Salud la devolución de las cantidades que en derecho me correspondiera (médico de cabecera que tiene a bien no pasan consulta los fines de semana y por ello uno acude a Urgencias, eso sí sin ánimo de colapsarlas solamente que le apliquen esa Lex Artis de la que hacen gala los galenos y paliar los sufrimientos del paciente).
Es decir que si el lunes acudo al medico de cabecera y me expide la receta de lo que su colega de urgencias a prescrito, el farmacéutico no aplica con carácter retroactivo la bonificación. Ya lo dijo Lenin ¿Qué Hacer?. Ante mi indignación de beneficiario de las prestaciones antes aludidas solamente de Lunes a Viernes, parece ser, hice las siguientes gestiones:
CENTRO DE SALUD: No procede devolución por este Servicio y que el farmacéutico las flipa.
COLEGIO DE FARMACEUTICOS DE MADRID: Que esa información no se ofrece a los particulares y que llame a la Consejería del remo de la Comunidad Autónoma.
CONSEJERIA DE LA COMUNIDAD AUTONOMA: Que como no esta regulado que algunos farmacéuticos si aceptan la receta al día siguiente (no siendo legal) y que los que no la aceptan no hay nada que hacer. Al solicitar al funcionario su nombre se niega por que yo no le he dado el mío, al proceder a mi identificación, debió no gustarle por que me colgó no antes de decirme cortésmente Gracias por su llamada.
MINISTERIO DE SANIDAD Y CONSUMO: Que le voy contar que no es el primer caso, que ojo lo de Cristiano Ronaldo, que sin embargo Nadal esta que se sale,...,
Conclusiones provisionales: Juan Manuel jodete y no bailes, ya que las recomendaciones de los pensantes sanitarios recomiendan el evitar el ejercicio fisíco en estas fechas del año (verano, Madrid, contaminación, niveles de ozono,...) pueden ser nocivas para la salud, y para el bolsillo !no te digo!.
(Continuará)...
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1 comentario:
Ya sé que no se te va a pasar el cabreo pero te adjunto un artículo de Millás que viene al pelo. Se estan cargando hasta lo más sagrado.
Relatos clínicos
Hace poco, hablando con un médico sobre la desaparición del historial clínico (que ha sido sustituido por una cosa llamada protocolo médico) me explicaba que, con todo lo que se diga de la medicina actual, lo cierto es que salva más vidas de las que nunca ha salvado. A qué precio, me preguntaba yo. Le dije que prefería mil veces morir con dignidad en una habitación agradable que vivir malamente en la habitación de un hospital donde a enfermos perfectamente autónomos les ponen pañales, para que den menos trabajo. Y esto está sucediendo regularmente en la sanidad pública, al menos en la sanidad pública madrileña, la que más directamente me afecta, donde hace poco una enfermera se quejaba de que sólo disponían de una cuña para cuarenta pacientes.
NO SE SALVAN más vidas, se salvan más objetos, porque el paciente, en mi percepción, ha devenido en una cosa. Ignoro cuándo comenzó este proceso de cosificación que ha convertido el historial clínico en un protocolo y al paciente en una cosa, porque yo voy logrando defenderme de él gracias a médicos como Rafael Lozano, un endocrino excepcional, por desgracia recientemente fallecido, del que tuve la suerte de ser paciente. Lozano afirmaba que en una consulta médica que durara menos de 20 minutos ni el paciente ni el enfermo se enteraban de lo que sucedía. Parece mentira encerrar en una frase tan sencilla, tan corta, tan fácil de entender, tanta intención. En una consulta que dura menos de 20 minutos ni el paciente ni el médico se enteran de lo que sucede. Lozano sabía, pues, que la enfermedad, como la salud, era una construcción y que el sujeto de esa construcción no era sólo el médico ni sólo el paciente, sino el resultado de una acción conjunta. Sabía también que el paciente era el sujeto, y no el objeto, de la cura. Parece una distinción banal, incluso un juego de palabras, pero la diferencia entre ocupar un lugar u otro es la que va de ser tratado como un ser humano a ser tratado como una cornucopia. Por eso, cuando el paciente llegaba a su consulta con un tumor o con una gripe, él veía más allá del tumor o la gripe, veía a la persona.
AL POCO DE FALLECER Lozano, tuve que acudir a la clínica donde pasaba consulta, para hacerme ver. El médico que le sustituía pidió al personal administrativo mi historial, que abrió y revisamos entre los dos. Me quedé estupefacto. Lozano no sólo apuntaba en él los síntomas de la enfermedad, el diagnóstico o los resultados de los análisis que me manda hacer. Apuntaba también cosas que en apariencia nada tenían que ver con su actividad, como que yo acababa de publicar una novela, o que llevaba una época con mucha actividad social, cenando con frecuencia fuera de casa. El tumor cerebral que acabó con él le había hecho cambiar la letra. En los últimos tiempos era más picuda, como si disfrutara con la caligrafía. En esa letra picuda escribía sobre mí cosas que no caben en un protocolo médico actual y que sin embargo resultaban fundamentales en la construcción de mi salud (quizá habían resultado definitivas en la construcción de mi enfermedad). Otra cosa sorprendente de él era que decía que había que ir al médico cuando se estaba bien, que ir sólo al médico cuando se estaba mal constituía una practica viciosa, que lo confundía todo. Yo fui muchas veces a verle cuando me encontraba bien y salía mejor. Creo que le debo la vida.
QUIENES AFIRMAN, pues, que la medicina moderna salva más vidas que la de antes, lo hacen a la manera en que los empresarios dicen que la productividad de su fábrica ha aumentado. ¿Se puede contemplar la actividad de un hospital, y de un hospital público, desde la perspectiva de la productividad? Es evidente que sí, lo estamos haciendo, pero implica caer en una literalidad atroz. Muchos médicos se toman el cuerpo al pie de la letra, creen que un cuerpo es sólo eso: un cuerpo, un objeto, una cosa, y que por lo tanto hay que meterle tubos por la boca o por el ano con la misma actitud con la que manipulamos el motor de un coche. De hecho, los enfermos de urgencias entran en boxes, como los automóviles de carreras cuando repostan. A mí me da miedo esta medicina, no la quiero para mí. No quiero una medicina en la que la enfermedad esté protocolizada, porque protocolizarla significa en definitiva fijarla. Quiero una medicina con historiales clínicos, con relatos clínicos, si prefieren el término relato, porque en el relato de mi enfermedad, como en el relato de mi vida, están las claves de mi salud y de mi muerte.
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